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domingo, 13 de noviembre de 2011

GRAVISISMOS

 Por Matías Manuele

Lo gravísimo de nuestra época grave es que todavía no pensamos”. (Heidegger, ¿Qué significa pensar?)

Obreros Y Estudiantes. Recuerdo hace bastante tiempo, sería en el 2002. Esos tiempos convulsionados donde la ciudad cambiaba el trafico automotor por la marchas. Piqueteros, estudiantes, trabajadores estatales, caceroleros, docentes. Todo era un ir y venir de la protesta social. Nosotros, en esa tendencia, habíamos tomado la Facultad y nos dispusimos a dar una clase pública en la esquina de 7 y 48 cortando una de las intersecciones más transitadas de la ciudad. Era una clase de Horacio González, quien en esa época andaba tras su Ángel de la Historia, confuso entre una Lilita aun no del todo extática y un movimiento piquetero que reclamaba para si la licuefacción del situacionismo. Y nosotros tras él, con muchas dudas y enamoramientos.
Bueno, recuerdo que estábamos en esa transitada esquina con nuestros pupitres y se acerca un muchacho y nos dice “chicos se podrán correr un segundo que vamos a pasar”. Sorprendidos nos giramos hacia la cuadra del Rectorado y vimos encolumnados tras una bandera celeste y blanca unos 200 trabajadores de la UOCRA
La Plata encabezados por el “Pata” Medina. Eran 200 “monos” en cuero, gordos, todos hombres, rodeados por una soguita que parecía más una barrera para contenerlos y proteger a la ciudad que una “columna de seguridad” como en esa época proponían los MTD. Fue un encuentro bizarro, los “muchachos” pasaron aplaudidos por los “intelectuales”, y todos unidos cantamos “obreros y estudiantes unidos siempre están”.
Pero estaba claro que eran dos argentinas distintas, que los 30 años anteriores habían destrozado esa posibilidad del “obrero-estudiante”, del estudiante que se iba a militar a la fábrica, del hijo del obrero que accedía a la Universidad y allí aprehendía los marcos de comprensión de la realidad que lo oprimía. A todos nos quedó claro en el 2002 esa distancia.

Repertorios. De ese encuentro fallido a la propuesta de este número, pensar desde Moyano, pasó mucho agua bajo el puente. Cuando comenzamos a pensar está revista sabíamos que era provocador como disparador de la reflexión. No sabíamos que sería tan difícil. Varios de los invitados a escribir o realizar imágenes se “bajaron del camión”. ¿Qué pasó? ¿Por qué es tan difícil “entrarle” a esta figura, no desde la crónica periodística, sino de la pura reflexión?
Somos aún aquellos jóvenes de 7 y 48, hijos de una fractura social. La última década recompuso en cierta manera el lazo social (político), pero esa recomposición se hizo en los marcos de un linaje diferentes. Herencia de cancha, y recital de rock. De “aguantes” de barra brava  y espasmos discursivos.

Políticas Espasmódicas. Son los modos del Kirchnerismo, que corren a la derecha por izquierda - ética de la convicción; y a la izquierda con pragmatismo - ética de la responsabilidad. Perón puso a la izquierda y a la derecha adentro del movimiento: los enemigos, cerca. Usar una mano para vigilar a la otra. “Córranme por izquierda” les dijo Néstor a La Cámpora, o mejor, eso dice el relato del Kirchnerismo que la Cámpora quiere construir.
Kirchner se definió por negación de las dos. Troscos de un lado, fachos del otro. Si se acerca a los fachos, entonces es “la necesidad de construir” el “poder real”. Pragmatismo: ética de la responsabilidad. Si se acerca a los zurdos, entonces son “reivindicaciones históricas”, ética de la convicción.
Le niega a uno lo que acepta en el otro: a los movimientos sociales (DDHH, desocupados, pueblos originarios, género) los vuelve “reivindicaciones históricas”, no luchas sociales ni conflictos políticos, sino espasmos ciudadanos que se condensan en “demandas”: un relato que ata espasmos y anula la historia transformando la política en “políticas”. A los fachos, la “vieja política”, les acepta el poder como dimensión pragmática: Rico, Scioli, Insfrán, Soria, Aníbal Fernández, López. ¿Moyano?. Se explica, “hay que construir poder real”. Es el verdadero sustrato, el donde hacer pié de ese relato que no puede flotar en el aire.

El centro oscuro. En el centro de ese sustrato, la figura de Moyana late inefable. Su figura cristaliza realmente al hecho maldito de la Argentina por antonomasia: Negro, gordo, sindicalista y peronista. Una figura indigerible a la media nacional. Condensa una historia de la institución sindical como significante que aloja al mismo tiempo los vestigios y las ruinas de una clase que ha sido la resistencia a los fachos (desde los 60 a la los 90) y la tapa de los troscos (las vinculaciones con la CNU de Mar del Plata). Amores y odios. Contradicciones.
Entonces, Moyano no es un personaje más, Moyano es el corazón delator, es la condensación del “hecho maldito”. Es lo impensable para los niños progres que somos. Es un cuerpo indescifrable, el sustrato siniestro debajo del relato del kirchnerismo. Moyano condensa esa imposibilidad que no deja de latir. 

1 comentario:

  1. Y que dirías ahora..condensa..o tensa sabiendo qué hay del "otro lado"...finalmente resuelve...acuerda...quizas eso sea latir...el pulso del poder?

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