Para volver al Sumario hacer CLICK ACA

jueves, 10 de noviembre de 2011

CEGETISMOS

Por Tomás Rodríguez

Verdad morocha
Se podía ver las cabezas de la primera plana del escenario inclinadas hacia la derecha, escuchando las palabras que entonaba el vocero de la CGT Juan Carlos Schmidt para iniciar el acto del día del trabajador, que debido a que primero de mayo caía domingo, se había adelantado al viernes veintinueve de abril. “Lleva su verdad morocha como tatuaje” leyó Schmidt con pronunciación valiente y estallaron los aplausos, los gritos, el tronar de bombos y redoblantes. La 9 de Julio estaba repleta de borde a borde, desde la Avenida Belgrano hasta Independencia por lo menos, floreciente de banderas, dirigibles y enseñas de sindicatos de todo el país.
Lo que leía Schmidt pertenecía a una semblanza de Hugo Moyano que había escrito una compañera del sindicato de prensa especialmente para ese día. Era la introducción perfecta para que, luego de la carta que había mandado Cristina, diera su discurso el Secretario General de la Central, el camionero hereje que había dedicado su vida a enfrentarse a los blancos y la patronal. Una mística especial –verificada en la semblanza- rodea el aura de Moyano, no sólo en los abrazos y besos parsimoniosos que protagonizan cualquier puesta en escena cegetista, sino también en la relación con sus conducidos. El “Moyano Conducción” de todas las remeras se inscribe en las caras y las palabras de los camioneros de Camioneros. Y en la verdad morocha de la semblanza se encuentra gran parte de su explicación. Porque Moyano es morocho –como yo, dirá el camionero- puedo creer en él, puedo serle leal, puedo delegar en él nuestra conducción. La identificación es un capital político valiosísimo en cualquier ambiente, espacio o coyuntura histórica, y Moyano lo detenta. El espanto burgués frente a la otredad de su negritud es precisamente su capital más valioso.

Coherencia
Moyano suele recordar, en cada una de sus apariciones, en qué vereda estaba parado cuando la década menemista. Pocos sindicalistas, suele decir Moyano, pueden jactarse de lo mismo. Desde el Movimiento de Trabajadores Argentinos, y luego desde la CGT “disidente” o “rebelde”, Moyano, efectivamente, combatió al menemismo y a las políticas neoliberales y profundamente anti obreras que tuvieron su continuidad en el Gobierno de la Alianza. Fueron diez años de ascenso extraordinario de Moyano en la política sindical, durante la que incluso formó parte de la Marcha Federal, al lado de la emergente CTA, los movimientos de desocupados y piqueteros. Moyano en los ’90 fue acumulando legitimidad entre sus pares, por distanciarse de las cúpulas traidoras encabezadas por Triacca, Cavalieri, Daer, Pedraza y demás (con los cuáles trabaría alianzas después). Pero no sólo fue su rebeldía u oposición, su prestigio, lo que le permitió consolidar su poder. Sin Camioneros, aunque parezca una obviedad, Moyano no sería Moyano. El asombroso crecimiento de su figura corresponde al de su gremio, y hay varios factores que permiten explicarlo. El desguace ferroviario, la privatización de la recolección de residuos, e incluso del correo, sumado también a que la creación del Mercosur favoreció el intercambio comercial entre países por vía terrestre, fueron las condiciones del crecimiento de la actividad, y en consecuencia, del gremio. Camioneros, además, comenzó a sumar trabajadores provenientes de otras ramas, como por ejemplo los de la logística de los supermercados, ensanchando aún más la masa de afiliados. Y Moyano fue el conductor de ese crecimiento, que derivó en que el salario de camioneros sea hoy el más alto de la Argentina.

Miedo
Uno de los méritos que más le reconocen a Patricia Bullrich en las mesas periodísticas de las que participa es haber “enfrentado” a Moyano durante su fugaz paso como Ministra de Trabajo en el Gobierno de De la Rúa. Patricia suele sonreír orgullosa, aceptando los honores. La piba contra el poder de los gordos. La piba llevaba detrás suyo la ley –coimera, además- de flexibilidad laboral y exigía la transparencia de los gordos, en una gesta heroica y maravillosa leída en los diarios. Lo de Pato era patético, era el gesto más sublime de la imbecilidad republicana, que mientras bregaba por las instituciones y la transparencia, expropiaba de sus derechos a los trabajadores. Pero más allá de eso, en el honor reconocido a Bullrich se descubre la cifra del miedo que recubre a Moyano. Moyano mete miedo, como dijera Alfonsín en uno de sus spots electorales: “Nos dicen, ¿no le tienen miedo a la CGT?”. Y esto viene de una concepción hegemónica y estereotipada, que dice básicamente que el poder sindical es esencialmente extorsivo. Lo que corresponde a la premisa de que el desarrollo del país es coartado por la intransigencia del sindicalismo, que se puede leer en innumerables discursos sobre la historia argentina.
Moyano en ese entramado se desliza hábilmente, por un lado asegurando la cooperación y la moderación, la “responsabilidad” de su gestión para el crecimiento de la Argentina, evitando, según él mismo lo afirma, que los grupos de su órbita caigan en los excesos de la ideologización; y por el otro, avisando que con él no se jode. Y tampoco con Venegas.

Moyanos
La complejidad de la trayectoria y posición política de Hugo Moyano excluye la posibilidad de su encasillamiento. Es protagonista de la resistencia al neoliberalismo, pero también es el que pertenecía a la derecha peronista en tiempos de la Triple A, con la cual, según se denuncia, colaboraba identificando montoneros. Es quién encauzó la reconstrucción de las paritarias como cabeza de la CGT a partir de 2003-2004, pero constituye también uno de los cepos a la posibilidad de la personería gremial de la CTA y la libertad sindical. Es trabajador, y también es empresario.
Moyano defendió y conquistó derechos para los trabajadores de Camioneros como ningún otro dirigente en su historia y protagonizó la reconstrucción de la CGT en un proceso signado por la creación de nuevos puestos de trabajo en todo el país, que revalorizó al sujeto trabajador en la identidad de su dignidad. Pero con Moyano, la CGT siguió reproduciendo su modelo histórico, antidemocrático y excluyente, que tiene la ambigua capacidad de movilizar conquistas, y frenarlas. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario